jueves, noviembre 30, 2006

La odisea en San Bernardo

Por Ailén García y Peralta Ariana.

El inicio del año 2006 encontró a muchos con sorpresa. Tal es así, que un grupo de jóvenes y no tan jóvenes, vivió y disfrutó que La Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) lograra concretar a través de un proyecto con el Municipio de Carmen de Patagones, la instalación de la Extensión de la carrera de Comunicación Social en la ciudad.
Y comenzaron los grupos, los nuevos compañeros que se convertían en amigos, las materias interesantes y las odiadas; y también los profesores, las diferentes relaciones con ellos, autores como Thompson, Martín Barbero, Neumman, Wilde o Scott, Freire, y muchas otras cosas más dando vueltas en este nuevo camino.
Pero hay algo que marcará para siempre, o por lo menos por mucho tiempo, la vida de los pocos integrantes que hoy quedan –en comparación con el inicio- y ese algo es la Jornada de Encuentro de las Extensiones que se llevó a cabo en San Bernardo, donde todas las extensiones que tiene esta Facultad de la UNLP se reunirían para compartir el amor por una misma carrera, y para unir sus caminos iguales pero distantes.
Primero fue la noticia, para algunos cautivadora, para otros más o menos.
Después vinieron los preparativos, las rifas, con un lechón que nunca apareció, canastas familiares incompletas, Lorena corriendo a todos los alumnos para que participaran, Alejandro imprimiendo miles de rifitas y Maru con el sello de “Facultad de Periodismo y Comunicación Social -UNLP-. Y la amada y bendita alcancía que al principio asustó a todo profesor que la tenía que tener sobre su escritorio e hizo que Pablo tuviera que cargarla para todos lados, pero que fue una parte verdaderamente importante para la realización de este viaje.
Mas tarde vinieron los nervios y la mezcla de cosas que sintieron todos cuando cambiaron la fecha, ¡Mejor más tiempo para prepararnos!
¿Luego? la semana que no pasaba más y el jueves, día en que se realizaba el tan ansiado viaje, que no llegaba nunca.
Hasta que por fin se la vio a la querida Cynthia, temblando, y con un celular incrustado en la mano, en los dedos, y en la oreja. El colectivo que aparece. La montaña de bolsos que pasa de la vereda al portaequipajes, los gritos, la alegría, las guitarras que sonaron todo el viaje, los termos y termos de mates, Cynthia respirando, cantando y fumando con los choferes. Una sonrisa permanente en el rostro de todos -durante las 12 horas que pasamos arriba del micro- que expresaba claramente la paz, el orgullo, la felicidad, y el “todavía no lo puedo creer” de muchos.
El colectivo llegó a San Bernardo, y la Extensión de Patagones se encargó de gritar con mucho orgullo y mucha fuerza: ¡PRESENTE!
Pero la expresión ahora cambiaba, ya la sonrisa se transformaba en una gigante boca que se abría cada vez que algo nuevo aparecía, el hotel, las habitaciones, el balcón, el mar, la gente, La Walsh, la redonda, el comedor, la comida a lo escuela inglesa, los cartelitos que decían “Asistente” o “expositor”, las carpetas azules, etc.
Era un mundo lleno de cosas nuevas, interesantes y atrapantes, que no dejó de asombrar a todos y cada uno de los integrantes de la Extensión de Patagones, que sólo podía expresar esa mezcla de sensaciones, con incansables palmas, gritos, guitarreadas en cualquier parte del hotel, los mejores alumnos que bailaron sin parar y cantitos al son de: “Patagones Patagones”.
Y tal fue la emoción y la alegría de este grupo que, a pesar de dormir menos de 12 horas en los tres días que duró la Jornada, tuvo asistencia perfecta a todas las charlas y presentaciones que se realizaron. Y en ellas pudieron dar la nota, por supuesto. Como por ejemplo, la charla de inicio donde Patagones se cantó los tres temas de La Bersuit con gritos y palmas haciendo que toda la sala se quedara sin el silencio; o en donde Patagones tuvo su ponencia y los únicos que hincharon por su extensión fue Patagones misma; o en todas las otras en donde cuando aparecía un docente conocido la extensión agitaba y exaltaba con aplausos.
La Extensión de nuestra ciudad se encargó de socializar con los diferentes grupos haciendo papelones inocentes y algunos otros muy buenos y divertidos; tal es así, que Marcos se olvidó el primer almuerzo que con las manos sostenía su bandeja y para demostrar sus habilidades la hizo volar por todo el comedor, y ya que ése era el día de Marcos, no dejó de demostrar sus virtudes por la noche, en conjunto con Clarisa, donde después de una enorme fogata donde participaban integrantes de todas las extensiones, se encargaron de demostrarles a todos que saben jugar al papá y a la mamá y que lo mejor es tomar cualquier líquido en mamadera. O el segundo día cuando Javier, Matías, Miguel y Marcos, para contradecir las reglas del hotel, ingresaron los cuatro al ascensor que decía “no más de tres personas” y quedaron atrapados media hora produciendo mas que nada, en todas las chicas, miedo y preocupación y en Cynthia el tembleque habitual.
Lo que los alumnos rescatan de esta Odisea en San Bernardo es que, con esfuerzo, con ganas, con enojos y pruebas, ellos pudieron. Sobretodo aprendieron que juntos es más fácil, y que juntos y en equipo es mejor y más divertido. Y lo que más se llevan los chicos de todo esto es que si éste es el camino a seguir, si esto es lo adecuado, si esto es lo de ellos, tienen quienes los acompañen y tienen quienes los ayuden.
En este caso, como en otros, quedó demostrado que los chicos mismos sirvieron de apoyo mutuo, como los profesores que día a día, desde el inicio de el ciclo universitario en la ciudad hasta este último tiempo, supieron crear lazos que hoy son sumamente irrompibles.
Todo esto y mucho más demostró que la Extensión de La Comarca valora y aprecia este proyecto que la UNLP y el Municipio de Patagones mantienen, pero también que van a seguir peleando y deseando que el año que viene se concrete por un lado, la posibilidad de que abra un nuevo primer año de la carrera para que no sólo ellos sean los que vivan esta experiencia; y por otro lado, que se abran puertas donde los alumnos puedan demostrar que pueden, que quieren, y que tienen fuerza y potencial para hacerlo, y que nadie mejor que ellos para contar, trabajar, investigar, etc. sobre su lugar
y sobre su realidad.