¿Patagones cómo centro turístico? “vamos bien, pero falta mucho”
Por Alejandro Azaroff
Iba camino al trabajo, pensando en una posible nota para el blog de la comarca, la lluvia amenazaba con romper el clima de aparente calma que había en el ambiente. Faltaban tres cuadras para llegar a mi destino laboral, cuando de repente diviso una pareja mirando con entusiasmo, adelante mío y hacia mi derecha, me hacen señas y freno mi bicicleta cerca de ellos, me dicen: “Disculpame, ¿nos podés decir qué es ese lugar?” mientras señalaban a la vieja biblioteca pública que está en la calle Brow y el bulevar Francisco Arró. Era una pareja de turistas que andaba recorriendo la ciudad, en busca de lugares remotos con un pasado histórico.
Le comenté que era una biblioteca pública, me preguntaron si en ese lugar se podía tomar un café, mientras leían nuestra historia, “no creo que sea posible” respondí, querían saber si conocía algún lugar que sea histórico, averigüé si habían recorrido el casco histórico, si habían ido al museo, “Si, todo eso ya lo vimos” respondieron, “¿y al cerro fueron?”, “si, hay una vista bárbara,”contestaron.
Me quedé un par de segundos atónito, sin saber qué decir y pensando un posible lugar al que no hayan podido ir. Cuando les dije si habían ido a la vieja estación del ferrocarril, respondieron que no, comenté que hay una máquina parada en una plazoleta como símbolo de la historia ferroviaria, advertí el entusiasmo en sus caras y comencé a explicarles cómo hacer para llegar.
Entre charla y charla me fueron comentando, que en realidad ellos no venían a pasear a nuestra localidad, sino que habían tenido un accidente en la ruta y se quedaron en Carmen de Patagones, hasta reparar su auto, se hospedaron en el clásico y legendario hotel de esta localidad, el Percaz. Una vez suscitado el percance que sufrieron y ya en el hotel, se dedicaron a conocer nuestra región, nuestra historia, me reconocieron que se fueron cautivando de a poco, que los paisajes eran lindos, que la historia era apasionante, y siguieron enalteciendo a nuestra ciudad, yo estaba tan inflado de orgullo, era música para mis oídos, hasta que vino la crítica, que es bienvenida, siempre y cuando sea constructiva.
Me dijeron si conocía un lugar para tomar un café, que sea tranquilo y donde se sientan cómodos, les nombre una confitería del centro, la señora me dijo: “Si, es un lindo lugar, pero está lleno de hombres y no me siento muy a gusto”. La crítica se basaba específicamente en eso, no había lugares (ni los hay) para la gente común, un lugar tranquilo, de buen gusto, donde ir y tomar un café a la mañana o a media tarde, o sentarse a leer un diario, el clásico café o confitería.
Ya era una cuestión personal, traté de defender la localidad hasta donde pude, pero cuando me quedé sin argumento en ese tema, quise desviar la conversación, me sacaron el tema del hotel, “estamos parando en un hotel, que es lindo, pero es el único”, no tenían opción, me pregunté a mi mismo ¿y si para ellos el hotel era feo? tampoco tenía nada que decir, tenían razón, no podía defender lo indefendible.
La realidad es que Patagones carece de hoteles y no tiene diversidad en cuanto a confiterías, sólo hay un par de pub al cual concurrir y una confitería en la cual prevalecen los hombres de cierto nivel social.
Protegí la causa turística diciendo que Carmen de Patagones es una localidad que está en un proceso evolutivo en cuanto al mismo y que realmente no esta preparado lo suficiente como para explotar su potencial en su máxima expresión y que recién en unos años Patagones seria un buen destino brindando un buen servicio al visitante, exageré la excusa, pero algo de realidad tiene.
Habrá que trabajar en cuestiones que lleguen más a la aprobación del visitante, más lugares de alojamiento y de recreación. Si pretendemos que Carmen de Patagones y su partido, junto a Viedma, crezcan como centros turísticos y dejen de ser un lugar de paso para el viajero que se dirige al sur, debemos hacer hincapié en las pequeñas observaciones de los agasajados, al fin y al cabo los que tienen que quedar satisfechos son ellos.
El patrimonio lo tenemos, está en nosotros saber desarrollar un lugar agradable que además de cautivar al turista, le brinde comodidad y le permita sentirse como en su casa.
La Maragata, símbolo de la historia ferroviaria.
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